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Acción de gracias 2021

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

Dios “nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir”[1].

Año tras año vemos la acción de Dios en nuestra pequeñísima Familia Religiosa. El Padre lleno de bondad que se ocupa de los pájaros y de las flores del campo y que no abandonará a los que con tanta confianza se entreguen a Él[2], nos invita a vivir con una mayor confianza y a recibir sus gracias “a manos llenas”.

No sería posible enumerar los bienes que Dios ha concedido a nuestro Instituto, porque su misericordia no se agota y sus dádivas se multiplican en cada una de nuestras religiosas y en las misiones encomendadas. Menciono tan solo algunas para que juntas agradezcamos a Dios y reconozcamos que Él es el dador de todo bien y que de Él solo es el honor y la gloria.

El don de las vocaciones a la vida consagrada

Una de las grandes gracias que Dios continúa concediéndonos es el de las vocaciones. Con inmensa gratitud vemos que nuestro Instituto tiene hoy 119 novicias, que 102 hermanas han realizado sus primeros votos y que 43 Servidoras profesaron sus votos perpetuos a lo largo de este año.

Con mucha alegría se festejaron los aniversarios de algunas de nuestras casas de formación: el Estudiantado “Santa Catalina de Siena” (Argentina) festejó su 30º aniversario de fundación; el Noviciado “María de Jesús Nazareno” (Brasil) celebró sus Bodas de Plata; festejaron su 20º aniversario el Estudiantado Internacional “Santa Teresa de Jesús” (Italia) y el Estudiantado “Inmaculado Corazón de María” (Estados Unidos); y cumplieron también  20 años los Noviciados “Santa Thais” (Egipto) y “Nuestra Señora de Loreto” (Italia) y los Aspirantados “Santa Ana Wang” (Ecuador), “Santa Cristina” (Egipto) y “Beata Tarsykia Matskiv” (Ucrania).

Es un deber de justicia agradecer a Dios y reconocer que de Él vienen las vocaciones y que es Él quien las mantiene, pues nosotras jamás podríamos por nuestras propias fuerzas humanas ni mantenernos en la vida religiosa ni mucho menos darle la vocación a otro. “Para nosotros las vocaciones serán siempre una gracia de Dios, inmerecida por nosotros, ya que Él hace gracia a quien quiere hacer gracia y tiene misericordia de quien quiere tener misericordia… no está en que uno quiera ni en que uno corra, sino en que Dios tenga misericordia (Ro 9, 15-16)”[3].

Reconocer el origen de las vocaciones será siempre un modo de agradecer a Quien nos las envía.  Por ello me parece oportuno traer algunos textos de nuestro derecho propio que nos ayudan a recordar que la vocación a la vida consagrada tiene su causa en Dios, una realidad que a veces parece ser poco comprendida en nuestros días.

En primer lugar, hemos de recordar que “sólo y únicamente llama Dios: a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere, dónde quiere, con los medios que quiere y para lo que quiere. Es Él el que elige, con elección eterna, sin que antecediera mérito alguno de nuestra parte, antes de que naciéramos, más aún, antes de la creación del mundo. Jesucristo enseñó explícitamente esta verdad: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino yo os elegí a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto…» (Jn. 16,16) y cuando elige a los doce: «Subió a un monte y llamando a los que quiso vinieron a Él…» (Mc. 3,13). Llamado que perdura aún después de nuestros numerosos pecados, «pues los dones y la vocación de Dios son irrevocables» (cfr. Rm 11, 29), «si le fuéramos infieles, El permanece fiel, que no puede negarse a sí mismo» (2 Tim. 2, 13). Así como ocurrió durante la vida terrena de nuestro Señor, así sigue ocurriendo durante su vida gloriosa en todo el arco de los siglos desde la Ascensión a su Segunda Venida”[4].

Por lo tanto, “siendo las vocaciones obra exclusiva y maravillosa de Dios no hay sobre la faz de la tierra hombre alguno que la pueda imitar, o remedar, o inventar. Ningún hombre puede dar la vocación a otro, ni siquiera un sacerdote, un obispo o el mismo Papa. No hay técnica psicológica, ni grupal, ni retiro o ejercicio espiritual, ni predicador por elocuente que sea, ni lavado de cerebro, ni las mayores promesas temporales, que hagan que un joven o una joven se decidan a algo tan sobrenatural, como es seguir el llamado vocacional, que excede las fuerzas de toda naturaleza humana, sin que exista el llamamiento divino. Nadie puede falsificar simulando, por mucho tiempo, un llamado de Dios inexistente. Nadie puede hacer que quien no tenga un llamado de Dios, lo vaya a adquirir por obra humana”[5].

Y “Dios nos da todo -existencia, su Hijo, la gracia, la vida eterna… pero el honor ha de ser todo para Él: … no doy mi gloria a ningún otro… (Is. 42,8; 48,11), de ahí que el pueblo elegido cantaba: No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria…” (Sal 115, 1)[6].

Bastaría mirarnos a nosotros mismos para saber que debe ser así. Acaso “¿habrá alguno que crea que nació sin pecado original? Tal vez los que nunca hayan cometido un pecado mortal, ¿no saben que ello es por pura misericordia de Dios? Los que hayan caído, ¿qué tienes que no hayas recibido? (1Cor 4,7). O lo del Señor: ¿Sin mí nada podéis hacer? (Jn 15,5). ¿Conscientemente contradecimos la enseñanza del Apóstol teneos unos a otros por superiores (Flp 2,3) al considerarnos a nosotros mismos superiores a los demás? Pero justo allí está nuestra fuerza, en nuestra debilidad: que en la flaqueza llega al colmo el poder (2Cor 12,9)”[7]. “Por todo esto se entiende por qué no nos consideramos ni los primeros, ni los últimos, ni los únicos, ni los mejores. Lo que podamos tener de buenos es de Dios, sólo los pecados son nuestros. Los que no nos quieren muestran con sus ataques que nos dan muchísima importancia y su mayor triunfo sería que nosotros les llegáramos a creer. Tal vez quieran que nos pase lo de Teuda que: diciendo que él era alguien […] se le allegaron como unos cuatrocientos hombres […] todos cuantos le seguían se disolvieron, quedando reducidos a nada (He 5,36)” [8].

“En fin, apenas si somos una gota de agua en el océano; pero sin nosotros el océano tendría una gota menos, como dijera la Madre Teresa de Calcuta. Si existimos como Familia Religiosa, es por pura misericordia de Dios que así lo quiso y si lo nuestro no fuera de Dios nosotros seríamos los primeros en no quererlo. Finalmente, el gran secreto del florecer vocacional es la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, el único que tiene palabras de vida eterna (Jn. 6, 68)”[9].

De nuestra parte hagamos lo posible por ser fieles a la vocación a la cual hemos sido llamadas, siguiendo de cerca a la Virgen María, que en las Bodas de Caná dijo a los sirvientes: Haced lo que Él os diga[10]… y hagamos caso a lo que Él nos dice: Rogad al dueño de la mies para que envíe más obreros a su mies[11]. Continuemos rezando y pidiendo por el aumento de las vocaciones. En este sentido son de gran valor las Adoraciones al Santísimo que se han realizado tanto en nuestras comunidades apostólicas como contemplativas, el apoyo y la promoción de las 40 horas y otras iniciativas de oración por las vocaciones.

Fundaciones

Junto con el don inmerecido de las vocaciones agradecemos las nuevas y diversas misiones encomendadas a nuestro Instituto. La amplitud y la variedad de nuestros apostolados es conforme a nuestro fin específico de evangelizar la cultura[12], pues como indica nuestro derecho propio “todo lo que se refiere al hombre tanto en su cuerpo como en su alma, en su vida individual y también social, puede y debe ser purificado y elevado con la gracia de Cristo y, consecuentemente, podemos afirmar que toda forma de actividad apostólica es conforme a nuestro fin específico, aunque de un modo jerárquico”[13]. En cada una de nuestras misiones, sin quedar ninguna excluida, hemos de trabajar según el carisma propio de nuestro Instituto para “prolongar la encarnación en todo hombre, en todo el hombre y en todas las manifestaciones del hombre, en imbuir con el Evangelio toda la actividad humana”[14].

En la variedad de las fundaciones de este año hallamos cinco nuevas comunidades contemplativas, la primera misión en Escocia, la fundación en Macao (China) y la primera comunidad del Instituto que trabajará en una parroquia de rito melquita. Haber podido fundar en medio de las dificultades actuales nos muestra, una vez más, que la providencia de Dios continúa obrando en la historia de nuestro pequeño Instituto. En orden cronológico, las nuevas fundaciones son:

  1. Comunidad “Santa Eustelle”, en La Rochelle, Francia, para el apostolado parroquial. Es la tercera comunidad del Instituto en Francia.
  2. Comunidad “Nuestra Señora del Rosario”, dedicada a la atención de los ancianos y del personal del Hospital Geriátrico Provincial en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina.
  3. Comunidad Contemplativa “Sor Lucía de Fátima”, en la Arquidiócesis de Évora, Portugal. Tiene como intención particular rezar por los cristianos perseguidos a causa de su fe y para que todo cristiano tenga espíritu de mártir.
  4. Comunidad Contemplativa “Santa Mariana de Jesús”, en la Arquidiócesis de Guayaquil, Ecuador. Este monasterio tiene como intención consolar y reparar las penas del Sagrado Corazón y rezar por los gobernantes y la conversión del pueblo ecuatoriano.
  5. Comunidad “San José”, en la Diócesis de Petrolina, en Pernambuco, Brasil. Esta comunidad realiza su apostolado en el colegio diocesano “Don Bosco”, colabora en la Curia Diocesana y en diversos apostolados parroquiales.
  6. Comunidad “Siervos de Dios Karol y Emilia Wojtyla”, en San Rafael, Argentina. Forma parte de la Ciudad de la Caridad de la familia religiosa y se dedica a atender a los papás de religiosos.
  7. Comunidad “Nuestra Señora del Buen Suceso”, en la Arquidiócesis de Quito, Ecuador, para la atención de la liturgia, de la sacristía y de la pastoral de la Catedral Primada de Quito, en el centro histórico de esa ciudad.
  8. Comunidad Contemplativa “Inmaculada Concepción”, en la ciudad de Alhama de Granada, España. La intención de este Monasterio es reparar por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
  9. Comunidad Contemplativa “San Juan Pablo II”, en Dushanbé, Tayikistán. Su intención es pedir especialmente por la misión evangelizadora de la Iglesia, para que todos los pueblos de Asia puedan conocer a Jesucristo, único Salvador del mundo, y saborear así el gozo de la vida en su plenitud. Con esta fundación cumplimos con gran gozo parte del voto que hicimos a Nuestra Señora de Luján el 8 de mayo de 2018.
  10. Comunidad “Nuestra Señora de Fátima”, en Macao, China. Esta ciudad tiene un particular significado en la misión de Extremo Oriente pues fue el lugar donde se prepararon los primeros misioneros jesuitas para su labor apostólica, entre ellos los padres Miguel Ruggeri y Mateo Ricci. El apostolado principal de esta comunidad, que tiene como copatronos a San Francisco Javier y Santa Catalina de Siena, se realiza en la pastoral del Colegio Diocesano “San José” y en la Catedral de la “Natividad de Nuestra Señora”.
  11. Comunidad “Virgen de la Victoria”, Montalto di Castro, Diócesis de Civitavecchia-Tarquinia. Realiza su apostolado en las parroquias “Santa Maria Assunta” y “Gesù Eucaristico” atendida por los sacerdotes del IVE.
  12. Comunidad “San Juan Bautista”, en Ammán, Jordania, para el apostolado en la Parroquia “Sagrado Corazón de Jesús” y en una escuela primaria.
  13. Comunidad Contemplativa “Santa Juana de Arco”, en la Diócesis de La Rochelle-Saintes, ciudad de Saint-Fort-sur-Gironde, Francia. Tiene como intención implorar de Dios la gracia de que la Virgen María reine en todos los corazones: Rege O Maria!
  14. Comunidad “San Juan Pablo II”, en la ciudad de Perth Amboy, New Jersey, Estados Unidos. Forman esta comunidad hermanas ucranianas que realizan apostolado en la parroquia de rito bizantino “de la Asunción” y en la escuela perteneciente a la parroquia, perteneciente a la Archieparquía de Filadelfia.
  15. Comunidad “Santa Margarita de Escocia”, en Lochgelly, Escocia, Arquidiócesis de Saint Andrews and Edinburgh. Realizará su apostolado en las parroquias a cargo de sacerdotes del IVE.
  16. Comunidad “Santa María Magdalena”, en Maghar, en Galilea (Israel). Colaborarán en la parroquia de rito melquita “San Jorge”.
  17. Comunidad “Nuestra Señora de Iverskaia”, en Samara (ciudad al suroeste de Rusia, sobre las orillas del río Volga) para el apostolado en la parroquia “Sagrado Corazón de Jesús”.

Aniversario de la primer Casa de Misericordia

Este año hemos celebrado el 30º aniversario de fundación de las primeras comunidades dedicadas a las obras de misericordia: el primer Hogar para la atención de personas discapacitadas “Nuestra Señora de la Divina Providencia”, la Comunidad “San José Moscati” (también fundada en 1991 en San Rafael, Argentina) para el apostolado con los enfermos y personal del Hospital Schestakow y la Comunidad “Santa Teresa Jornet e Ibars”, dedicada al apostolado en el asilo de ancianos de Alvear.

Como recuerdo de este aniversario hemos impreso una revista que recoge los datos y fotos de las comunidades dedicadas a estos apostolados. De las actuales 230 comunidades de nuestro Instituto, 49 están dedicadas a las obras de misericordia.

La experiencia de estos años nos ha demostrado que la eficacia evangélica que tiene el testimonio de las obras de caridad es indiscutible. Pocas cosas hay que arrastren más a los hombres al conocimiento de Jesucristo que el ver esa caridad concreta con los más pobres de entre los pobres. La caridad es imprescindible para la evangelización de la cultura[15] y por ello este tipo de obras constituye uno de los elementos no negociables adjuntos a nuestro carisma. Faltar a la atención de los pobres y de los enfermos iría en detrimento de la vida de fe y de la obra evangelizadora de nuestro Instituto, pues significaría perder de vista que es a Jesús a quien se sirve en los necesitados[16].

Para ayudar a recordar estas verdades, en estas casas solemos tener la inscripción “¡Mirad que soy yo!”, que son las palabras que San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, ha puesto en boca de Jesucristo señalando a un pobre. También solemos encontrar en estas comunidades un crucifijo con la inscripción: “Así se ama” y junto a él, las figuras de los Santos Pedro y Pablo. Esto nos ayuda a recordar que si los mismos Príncipes de los Apóstoles fueron pobres ¿cómo podríamos negarnos a ayudar a cualquiera que se acerque a nosotros con una necesidad? Y ayudarlos como si se tratase del mismo Cristo que nos visita, pues “la caridad hecha a cualquier hermano, de toda forma, se la hacemos al mismo Dios”[17].

Para continuar mejorando con estos apostolados se llevaron a cabo en las provincias las reuniones de las obras de misericordia. Se recordaron los principios que nos mueven a ellas y el modo en cómo queremos llevarlas adelante. A su vez hemos visto, con algo de distancia desde la fundación de las primeras casas de caridad, cómo la Providencia jamás ha dejado de obrar en ellas.

Aniversario de La Rama Contemplativa

También hace treinta años -cuando nuestro Instituto cumplía su tercer aniversario de fundación- se dio inicio a nuestro primer Monasterio. Se lo colocó bajo el patrocinio de Santa Teresa de los Andes, quien dejó en sus escritos la profunda y hermosa frase “Dios es alegría infinita” y quien con el ejemplo de su vida enseñó que la caridad a Dios y al prójimo tienen como fruto una profunda y sincera alegría.

¿Cómo podríamos agradecer suficientemente a Dios por haber querido enriquecer nuestro Instituto con la Rama contemplativa? ¿Cómo agradecer a nuestras hermanas contemplativas por su manifiesta caridad, por ser fuente de alegría[18], por estar con sus oraciones a la vanguardia de nuestro Instituto, “mostrando a todos la primacía del amor a Dios y el valor de las virtudes mortificativas del silencio, penitencia, obediencia, sacrificio y amor oblativo”[19]?

También en ocasión de este aniversario se ha impreso una revista presentando la misión de nuestra vida contemplativa. Al día de hoy contamos con 326 hermanas de nuestro Instituto viviendo en 28 monasterios.

Sigamos pidiendo por un aumento de las vocaciones contemplativas, religiosas “que sean testigos de lo trascendente”[20], que “contribuyan con sus oraciones a la labor misional de la Iglesia”[21], que contemplen y vivan el misterio del Verbo Encarnado en la máxima expresión de su anonadamiento que es la cruz[22].

La protección de la Virgen María y de los Santos

Hoy se escucha mucho que vivimos en “el tiempo de la mujer”, y podemos pensar que verdaderamente lo es, que es el tiempo de LA MUJER, la Virgen María. En su libro Fundamentos de la vida mariana, el padre Hupperts dice mirando al futuro: “Vamos hacia tiempos en los que se exigirá simplemente el heroísmo para ser fiel. ¡Es la hora de la Mujer! Ella pondrá en acción la obra maestra de su amor, de su humildad, de su santidad y de su fortaleza incomparables, realizada por Ella en el alma de sus hijos, de sus servidores, de sus apóstoles (…) Para tener parte en el triunfo de la Mujer, es evidente que se requiere estarle íntimamente unido”[23].

Para implorar la intercesión de la Virgen María, Triunfadora en todos los combates de Dios[24], se siguieron realizando a lo largo del año numerosas peregrinaciones a Santuarios o Iglesias marianas. A su vez, nos hemos unido a la novena de años para honrar a la Patrona de nuestro Instituto en preparación al cuarto centenario del “milagro de las carretas” sobre el Río Luján, donde la Reina del Plata quiso quedarse.

No dudamos que el Corazón de la Virgen escucha las súplicas de quienes a Ella se consagran en esclavitud de amor. En el libro arriba citado, el P. Hupperts trae un pensamiento de San Leonardo de Puerto Mauricio, que aquí transcribimos: «Todos los bienes espirituales y temporales que poseéis proceden de las manos benditas y del seno misericordioso de María. Por lo que a mí se refiere, cuando considero las gracias que he recibido de la Santísima Virgen, ¿sabéis a qué me comparo? Permitidme que lo proclame aquí para gloria de mi augusta Soberana: me comparo justamente a uno de esos santuarios en que se venera a una u otra imagen milagrosa de la Virgen, y cuyos muros están cubiertos de ex-votos que llevan siempre la siguiente inscripción, o alguna semejante: Por un favor obtenido de Nuestra Señora. Estas palabras me parece verlas grabadas en todas las partes de mi ser. La fortaleza espiritual que me anima, el ministerio divino que ejerzo, el santo hábito que llevo: ¡Favor de Nuestra Señora! Seguid, seguid leyendo: desde la cabeza hasta los pies, en el cuerpo y en el alma, por todas partes estoy recubierto de esta inscripción: ¡Favor de Nuestra Señora! ¡Bendita sea por siempre mi generosa Protectora! Y vosotros, queridos hermanos, ¿no podréis darme el mismo testimonio? Miraos a vosotros mismos: todo lo que tenéis, todo lo que sois, se lo debéis a María, que os colma de beneficios para facilitaros la salvación. Por lo tanto, dadle las gracias, dadle las gracias a tan noble Bienhechora, y cantad conmigo las misericordias de María»”[25].

A la gratitud por la protección de la Virgen unimos nuestro agradecimiento a la intercesión de San José -en el año a él dedicado por el Santo Padre Francisco- y a la intercesión de los nuevos santos y beatos proclamados durante este año, como el Beato Fray Mamerto Esquiú y el Beato Stefan Wyszyński, regalos de la Iglesia para todos los fieles del mundo.

Gratitud por la vida consagrada

Con ocasión del 25º aniversario de la promulgación de la Exhortación Apostólica post-sinodal Vita Consecrata hemos comenzamos un año dedicado a su estudio. A su vez, otras circunstancias vividas este tiempo nos dieron ocasión de reflexionar sobre la vida religiosa y sobre el carisma de nuestro Instituto, que pertenece a la única familia religiosa Del Verbo Encarnado[26]. No podremos nunca renunciar a esta identidad, pues como familia religiosa hemos nacido y vemos que damos muchos frutos cuanto más unidos estamos. Como parte de esta familia consideramos no solo a los miembros actuales, sino también “a todos aquellos que alguna vez pertenecieron a nuestros Institutos, incluso a aquellos que busquen hacernos mal, salvo que pidan ser excluidos. Aun en este caso, continúa nuestra obligación de rezar por ellos y hacerles bien. No por dejar nuestros Institutos dejan de ser hermanos nuestros muy queridos.”[27]

Junto con el don de la vida consagrada damos gracias a Dios por las pequeñas y grandes cruces que hacen fructificar nuestra vida religiosa. “Sea la cruz para vosotros -dice nuestro derecho propio- como lo fue para Cristo, la prueba del amor más grande”[28]. Nuestras Constituciones nos alientan a “ser especialistas en la sabiduría de la cruz, en el amor a la cruz y en la alegría de la cruz”[29], a alcanzar la santa locura de la Cruz que consiste en vivir las bienaventuranzas[30]. En efecto, “la cruz son las bienaventuranzas en acción y en acto. El monte Calvario remite al de las Bienaventuranzas y éste a aquél. Cruz y bienaventuranzas van siempre juntas. La ciencia de la cruz ilumina las bienaventuranzas y la alegría de las bienaventuranzas enardece la alegría de la cruz. Ambas son el cielo en la tierra”[31].

En este sentido nuestras Constituciones afirman que «la gracia más grande que Dios puede conceder a nuestra minúscula familia religiosa es la persecución. “Viva siempre Jesucristo que nos da fuerza para soportar todas las pruebas por su amor. Las obras de Dios siempre se vieron combatidas para mayor esplendor de la divina magnificencia”, en especial, aquélla que llegue al martirio. Recordando siempre que la persecución para que sea bienaventurada debe reunir, imprescindiblemente, dos requisitos: que seamos “injuriados por causa de Cristo”, y que sea “falso lo que se dice contra nosotros”, cuidando mucho de no volver y revolver en nuestros males, en entretenernos con delicadas complacencias en ellos, en caer en “esa creencia luciferina de que somos algo grande”, de que estamos sufriendo mucho. Nuestro orgullo nos lleva a “considerar como vigas las hierbas, como llagas las picaduras, como elefantes los ratones”»[32].

Nuestra preocupación debe estar en vivir nuestra vida religiosa en sencilla fidelidad y amor a Jesucristo. “Poco o nada nos interesa extendernos por muchos países o tener numerosos miembros, si perdemos el espíritu. Sólo a la Iglesia Católica, en la persona de Pedro y sus sucesores está prometida la infalibilidad y la indefectibilidad. No perderemos el espíritu en tanto seamos fieles a Ella y se observe la voluntad e intenciones del fundador en todo lo que constituye el patrimonio del Instituto”[33].

Para concluir, expresando nuestra gratitud por la vida religiosa, traigo aquí los números 214 y 215 de nuestras Constituciones. Nuestro derecho propio afirma: «“Queremos formar almas religiosas y de religiosas que no sean “tributarias”. Que vivan en plenitud la reyecía y el señorío cristiano y religioso. Que por tener a Jesucristo sientan resonar a sus oídos: “yo (soy) vuestro Padre por ser Dios, yo vuestro primogénito hermano por ser hombre. Yo vuestra paga y rescate, ¿qué teméis deudas, si vosotros con la penitencia y la Confesión pedís suelta de ellas? Yo vuestra reconciliación, ¿qué teméis ira? Yo el lazo de vuestra amistad, ¿qué teméis enojo de Dios? Yo vuestro defensor, ¿qué teméis contrarios? Yo vuestro amigo, ¿qué teméis que os falte cuanto yo tengo, si vosotros no os apartáis de Mí? Vuestro mi Cuerpo y mi Sangre, ¿qué teméis hambre? Vuestro mi corazón, ¿qué teméis olvido? Vuestra mi divinidad, ¿qué teméis miserias? Y por accesorio, son vuestros mis ángeles para defenderos; vuestros mis santos para rogar por vosotros; vuestra mi Madre bendita para seros Madre cuidadosa y piadosa; vuestra la tierra para que en ella me sirváis, vuestro el cielo porque a él vendréis; vuestros los demonios y los infiernos, porque los hollaréis como esclavos y cárcel; vuestra la vida porque con ella ganáis la que nunca se acaba; vuestros los buenos placeres porque a Mí los referís; vuestras las penas porque por mi amor y provecho vuestro las sufrís; vuestras las tentaciones, porque son mérito y causa de vuestra eterna corona; vuestra es la muerte porque os será el más cercano tránsito a la vida. Y todo esto tenéis en Mí y por Mí; porque lo gané no para Mí solo, ni lo quiero gozar yo solo; porque cuando tomé compañía en la carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo trabajase, ayunase, comiese, sudase y llorase y en mis dolores y muertes, si por vosotros no queda. ¡No sois pobres los que tanta riqueza tenéis, si vosotros con vuestra mala vida no la queréis perder a sabiendas!”239”[34].

«Religiosas que están convencidas que: “Míos son los cielos y mía la tierra. Mías son las gentes. Los justos son míos y míos los pecadores. Los ángeles son míos y la Madre de Dios y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí”. Y, en definitiva, que comprendan y vivan aquella vibrante expresión de San Pablo: …todo es vuestro; ya Pablo, ya Apolo, ya Cefas; ya el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios (1 Cor 3,21-23)»[35].

Conclusión

Pedimos a la Madre de todas las vocaciones de especial consagración que nos ayude a dar un buen testimonio de vida religiosa, que de cada una de nuestras comunidades se pueda decir, como se decía de los primeros cristianos: “Mirad cómo se aman”. Y que nuestras hermanas que este año partieron a la Bienaventuranza del Cielo: Maria Glória da Igreja, María de la Natividad y María Ana de la Cruz nos sirvan de modelo de fidelidad y de perseverancia.

Les mando a todas un gran abrazo,

En Cristo y María,
M. María Corredentora Rodriguez

 


[1] Santa Teresa de Jesús, V 19, 15.

[2] Constituciones SSVM, 63.

[3] Cf. P. Carlos Buela, IVE, ¿Por qué tantas vocaciones?

[4] P. Carlos Buela, IVE, Las Servidoras I, III Parte, cap. 1, 2.

[5] Ibidem, cap. 1, 3.

[6] Cfr. Ibidem, cap. 1, 6.

[7] Ibidem.

[8] Cf. P. Carlos Buela, IVE, Las Servidoras I, III Parte, cap. 2, 2.

[9] Ibidem, Ladrones de vocaciones, punto 6.

[10] Jn. 2,5.

[11] Mt. 9, 38.

[12] Cfr. Directorio de Evangelización de la cultura, 152.

[13] Ibidem.

[14] Directorio de Evangelización de la cultura 152, Op. Cit. Constituciones, 5, Cfr., Constituciones 26.

[15] Ibidem.

[16] Cf. Boletín Oficial 2020-2021, pág. 1.

[17] P. Carlos Buela, IVE, Las Servidoras II, V Parte, 12.

[18] Cf. Regla Monástica de la Rama contemplativa, 12.

[19] Cf. Regla Monástica de la Rama contemplativa, 13.

[20] Regla Monástica de la Rama contemplativa, 1.

[21] Ibidem.

[22] Cf. Regla Monástica de la Rama contemplativa, 6.

[23] J.M. Hupperts, Fundamento y práctica de la vida mariana, V Parte, cap. VIII.

[24] J.M. Hupperts, Fundamento…, I Parte, cap. 1. Especifica el P. Hupperts que esta frase es del Papa Pío XII.

[25] Ibidem, op.cit. Sermo XVIII de Beata Maria Virgine.

[26] Constituciones, 3.

[27] Constituciones, 177.

[28] Directorio de vida consagrada, 195.

[29] Constituciones, 42.

[30] Cf. Directorio de espiritualidad SSVM, 181.

[31] P. Carlos Buela, IVE, Las Servidoras I, I Parte, cap. 2, 3. 10-e.

[32] Directorio de espiritualidad, 37.

[33] Constituciones, 35.

[34] Constituciones SSVM, 214.

[35] Constituciones SSVM, 215.