[1]En el apostolado se dará preferencia a la ayuda a las parroquias. Asimismo ayudarán a las misiones populares en parroquias y zonas rurales, según el método y espíritu de San Alfonso María de Ligorio, y en todas sus formas, sea Misión intensiva, permanente, sea juvenil, infantil, de los enfermos, fabril, abierta, etc. Atendiendo a los pedidos de Obispos podrán aceptarse la ayuda en parroquias, preferentemente en zonas misioneras o más necesitadas. En todo se estará muy atento a respetar, rescatar y elevar las tradiciones religiosas y folklóricas del lugar para que el Evangelio sea mejor recibido y haga raíces más profundas en los corazones.
[2]Las religiosas que colaboren en parroquias, deberán privilegiar, en una pastoral entusiasta:
La Liturgia dominical: El centro de la pastoral parroquial debe ser siempre la Misa de los domingos, colaborando en su solemnidad de tal manera, que los feligreses participen de la misma cada vez de manera más consciente, más activa y más fructuosa[3]. Debe complementarse con la comunión a los enfermos.
- Saber orientar a la práctica de los Ejercicios Espirituales. Asumir la responsabilidad de la enseñanza catequética de niños y adultos.
- Constituir las asociaciones laicales convenientes para que, en una unidad diversificada, todos los fieles cristianos laicos puedan actuar apostólicamente según sus carismas y disposiciones. A los niños y jóvenes atiéndaselos según el espíritu de San Felipe Neri y de San Juan Bosco. Sigue siendo muy actual el “Oratorio”.
- Momentos fuertes de la pastoral parroquial serán: la Semana Santa, las Fiestas Patronales, las Primeras Comuniones y Confirmaciones, la Misión popular, los Cursos de Cultura Católica.
[4]Las religiosas dedicadas preferentemente a la ayuda en parroquias, misiones populares y atención de parroquias en zonas necesitadas, serán en su acción una prolongación de la obra redentora del mismo Cristo. Para mejor cumplir su misión, han de estar convencidas que la mejor forma de desarrollar un apostolado eficaz es la unión más estrecha con el Verbo Encarnado y el amor a las almas hasta el heroísmo de la entrega sin reservas.
Catecismo
[5]“También a vosotras os confía la Iglesia el servicio de la Palabra y de la catequesis, de la educación en la fe, de la promoción cultural y humana; os pide una preparación adecuada y, por tanto, cada vez más intensa…”[6].
Las Servidoras deben ser incansablemente evangelizadoras y catequistas, amantes de la Cruz.[7]
La Sagrada Escritura debe ser el alma de toda Servidoras, de nuestra espiritualidad, teología, predicación, catequesis y pastoral. Debería poder decirse de nosotras lo que decía San Jerónimo de una persona conocida suya: “A través de la diaria lectura y meditación de la Escritura, ha hecho de su corazón una biblioteca de Cristo”[8], pues para nosotros “la Palabra de Dios no representa menos que el Cuerpo de Cristo”[9].
(6) Juan Pablo II,Alocución a las religiosas en la Catedral de San José Costa Rica (3/3/1983),3; Viaje Apostólico a Centro América,Ed.BAC, Madrid,1983,p. 32