La vida de las religiosas contemplativas se divide en oración, trabajo, estudio, lectura espiritual, Lectio Divina y vida comunitaria.
En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios.
La jornada monástica comienza con el canto del Oficio Divino y una hora de Adoración al Santísimo Sacramento, acto que culmina con la participación de la Santa Misa. El resto del día, excepto la hora de recreación después del almuerzo y la cena, transcurre en silencio, uniendo al trabajo y al estudio la oración de cada una.
El trabajo de las monjas consiste en la confección de ornamentos litúrgicos, rosarios, pinturas y la elaboración de productos caseros. También trabajan en la huerta y el jardín del monasterio.
Por la tarde, una hora más de Adoración, unida al canto del Oficio Divino da a las actividades esa impronta de alabanza eucarística por la que debe caracterizarse toda alma consagrada.
Las hermanas cuentan además con un día al mes en el que se las puede visitar en horarios establecidos, además se puede participar con ellas en la Santa Misa diaria, en la Adoración Eucarística, en el canto de las Horas de la Liturgia y demás oraciones que marcan el ritmo de la jornada en el monasterio.
Horario (según las particularidades de cada monasterio)