“Alaba alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios”[1].
Queridas hermanas,
Al finalizar el año, como es nuestro deber de gratitud y justicia, debemos elevar nuestro canto de alabanza a Dios por tantos beneficios recibidos durante este año, imitando al rey David cuando cantaba: ¡Dad gracias al Señor, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas!¡Cantadle, salmodiad para él, contad sus maravillas!… ¡recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca…![2].
La gratitud hacia Dios es una de las virtudes básicas que constituyen la esencia de la vida espiritual. Lo es por la diferencia que existe entre la criatura que es nada y Dios que es todopoderoso. Por este motivo, la gratitud está profundamente vinculada a la humildad. El que agradece es consciente del hecho de que es un mendigo ante Dios.
La costumbre encierra el peligro de embotarnos y dejar de apreciar los dones que proceden de los demás y de Dios. La virtud de la gratitud combate la tendencia general a dar las cosas por supuestas, y constituye un eficaz antídoto contra la superficialidad y la banalidad que asolan nuestros tiempos modernos.
Santa Teresa de Jesús decía “es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros. Pues, ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios; porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de la tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá”[3].
En el mismo sentido, exhortaba San Bernardo: “Eternamente cantaré las misericordias del Señor[4] ¿Cómo podré corresponder al Señor por todas las mercedes que me ha hecho?¡Me ha hecho tantas, me ha otorgado tantas! … aunque es verdad que no soy capaz de darle las debidas gracias, con todo detesta sinceramente mi alma la ingratitud por ser un mal casi irremediable; enemiga es de la gracia y contraria a la salvación. Os aseguro, carísimos, que a mi modo de entender nada desagrada tanto a Dios, especialmente en los hijos de la gracia, en los hombres que se han consagrado a Él, como la ingratitud; la cual cierra los caminos a la gracia, puesto que donde mora la ingratitud y donde ella está no puede entrar la gracia, ni hay ya lugar para ella.
Es menester que el hombre sea agradecido y devoto, si desea que los dones de la gracia que ha percibido no solamente se le conserven, sino que se le multipliquen. Ninguno hay, ciertamente, que por poco que reflexione no halle fácilmente en sí motivos poderosos que le obliguen a mostrarse agradecido con Dios, nosotros especialmente, a quienes el Señor se escogió para sí y nos recibió para servirle a Él solo”[5].
Por todo esto quisiera enumerar algunos de los dones que Dios nos ha concedido durante el año que acabamos de terminar, conscientes de que recibimos “beneficios que superan en número a las arenas del mar”[6].
Demos gracias por los dones que recibimos a través de nuestra Familia Religiosa
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El don del espíritu de Familia.
De su plenitud todos hemos recibido gracias sobre gracia[7]. Hemos recibido el llamado a la vida religiosa y la gracia de responder a ese llamado. Dios nos ha llamado a seguir a Cristo en un instituto concreto, en nuestro caso es esta Familia Religiosa. Todo lo que uno es lo ha recibido de ella. Por eso es que tenemos que amar nuestro Instituto como tenemos que amar nuestra vocación.
Demos gracias por los innumerables dones que nos llegan a través de nuestra Congregación, por todos los bienes y medios humanos y espirituales que ella nos provee para corresponder a nuestra vocación viviendo el carisma que Él ha querido darnos en esta Familia Religiosa.
Es una gracia vivir en comunidades con miembros que tienden a la caridad y que desean sinceramente la santidad y luchan con sus propios defectos. Religiosos que como dicen nuestras Constituciones tratan “de vivir lo que es la esencia del Reino que Jesucristo vino a inaugurar en la tierra: El Reino de Dios… es justicia, alegría y paz en el Espíritu Santo (Rom 14,17). Cosas éstas que se identifican con la santidad, que es lo que, en última instancia, hace que nuestras comunidades sean auténticas”[8].
Religiosos y religiosas que, contando con la gracia de Dios, los sacramentos, los numerosos medios espirituales que tenemos, la ayuda y asistencia de numerosos sacerdotes del Verbo Encarnado, de las madres y hermanas, se quieren como verdaderos hermanos “amándonos de tal manera los unos a los otros por ser hijos del mismo Padre, hermanos del mismo Hijo y templos del mismo Espíritu Santo”[9]. Esta es la nota distintiva en nuestro modo de vivir la vida fraterna en común, el espíritu de familia, buscando de “edificar, respetar y salvaguardar cada día esta unidad en la diversidad, sobre todo mediante aquel amor que es el vínculo de perfección (Col 3,14). Como dice el Angélico: “La Iglesia es una… por la unidad de la caridad, porque todos están unidos por el amor de Dios, y entre sí por el amor mutuo”[10].
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Por las numerosas ayudas espirituales.
“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?… Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo”[11].
Hemos de mostrarnos agradecidos por los beneficios que a diario nos hace su Providencia, brindándonos tantos bienes espirituales como son: las Santas Misas bien celebradas y bien participadas, las confesiones semanales, la dirección espiritual frecuente, todas las horas litúrgicas y adoraciones rezadas en comunidad, los ejercicios espirituales anuales y de mes, cada 10 años, días mensuales de retiro.
Son estos los dones más preciosos que Dios nos concede, de modo habitual, y que por eso mismo no pueden pasar desapercibidos ni deben ser olvidados, pues como dice nuestro derecho propio “sobre todo, se funda la comunidad en una vida espiritual intensa: la Misa diaria, la adoración al Santísimo Sacramento, el rezo de la Liturgia de las Horas, la Liturgia Penitencial semanal, el capítulo semanal, el rezo diario del Santo Rosario y del Ángelus, el Vía Crucis, el uso del escapulario, etc.”[12]. Pero sobre todo “el fundamento más profundo de nuestra unidad como familia religiosa lo encontraremos siempre en la Eucaristía, que perpetúa el sacrificio de la Cruz”[13].
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Innumerables medios de formación humana, intelectual, pastoral, espiritual.
“Alabad a Yahvé, invocad su nombre, pregonad a las naciones sus proezas”[14].
Juntamente con una vida espiritual seria, es de capital importancia para nosotras la formación ya que “la letra de nuestras Constituciones será letra muerta si no se sabe formar a jóvenes de gran espíritu que sepan transmitir a las nuevas generaciones de nuestra familia religiosa el carisma que el Espíritu Santo concedió al fundador”[15].
Por eso queremos agradecer a Dios todo lo que nos ha concedido poder realizar a lo largo de este año desde los básicos, aunque completos, e intensos estudios que se realizan en las casas de formación inicial: noviciados, estudiantados: hasta la formación permanente: con las materias de estudio, reuniones de formación, viajes culturales, peregrinaciones, etc.
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Demos gracias a Dios por las actividades en conjunto que se han realizado en este año en las distintas partes del mundo.
“Ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesús, un sacrificio de alabanza, fruto de labios que profesan abiertamente su Nombre. Y no os olvidéis de hacer el bien y de compartir con los demás, porque de tales sacrificios se agrada Dios”[16].
El fin propio de todo instituto de vida religiosa es la consagración total de nuestra persona a Cristo y a sus intereses, así nuestra misión y carisma propio es “de hacer que cada hombre sea ‘como una nueva Encarnación del Verbo’”[17], “comprometiendo toda nuestra vida en manifestar a Cristo al mundo … nuestra acción no tiene límites de horizontes, sino que es el ancho mundo: id por todo el mundo … (Mc 16,15) dijo Jesús”[18].
En este sentido debemos elevar cantos de alabanza a Dios por los numerosos apostolados que se han llevado a cabo en varias Provincias.
Como son las misiones populares, que este año, por gracia de Dios hemos realizado en lugares nuevos para nuestra Familia Religiosa, como fueron en Colombia, Uruguay y Alaska.
Las vacaciones en familia que se organizan en Italia durante el verano.
Los encuentros de las Voces del Verbo internacional.
También este año se predicaron 5 tandas de Ejercicios Espirituales de mes con la participación de 167 Hermanas.
La predicación de numerosas tandas de Ejercicios Espirituales.
Y juntamente con estos damos gracias a Dios por la canonización de Mama Antula, que tuvo lugar el 11 de febrero de este año. Es para nosotras una gracia especial y de gran relevancia espiritual que esta incansable misionera de los Ejercicios Espirituales según San Ignacio de Loyola, haya sido elevada a los altares, ya que “los Ejercicios Espirituales son uno de los apostolados preferenciales, que en la dimensión espiritual, realiza nuestro Instituto”[19], siendo éstos uno de los instrumentos principales de evangelización.
Una vez más se pudo realizar el curso de San Juan Pablo II en Polonia: estos cursos han contribuido a un mayor conocimiento de la persona y obra de quien es el Padre espiritual de nuestra Familia Religiosa, principal fuente de inspiración en nuestro derecho propio. La profundización en su magisterio es fuente de inspiración para nuestra vida religiosa y misionera. Todo lo cual es una gran bendición para nuestras almas consagradas y para nuestra Familia Religiosa.
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El don más grande, como siempre, son las vocaciones.
“Así como recibieron a Cristo Jesús como Señor, sigan viviendo sus vidas en él, arraigados y edificados en él fortalecidos en la fe, y rebosantes de agradecimiento”[20].
Como dice nuestro derecho propio “Hemos de ser conscientes de que es un don gratuito de Dios para nuestros Institutos, y en lo que nos es dado, tenemos que preguntarnos las razones del beneplácito divino, para responder con fidelidad. Pensamos que son: la urgente necesidad de la Iglesia, la fidelidad al carisma fundacional, el testimonio y alegría de los consagrados, la predicación de Ejercicios”[21]. No podemos dejar de remarcar que en muchas de ellas constatamos la frecuentemente intervención de Nuestra Señora de Luján.
Este año es de destacar el crecimiento de las vocaciones en Asia y las vocaciones oriundas de México y Colombia.
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Congreso Lujanense
“Glorifica mi alma al Señor”[22].
Según nuestras Constituciones, somos “esencialmente misioneros y marianos”[23] y por lo tanto queremos trabajar “en suma docilidad al Espíritu Santo y dentro de la impronta de María”[24], “para prolongar la Encarnación en todas las cosas, haciendo un cuarto voto de esclavitud mariana según San Luis María de Montfort”[25]. La devoción a la Santísima Virgen María es un elemento esencial y no negociable del Instituto. A Ella le debemos innumerables gracias, y como nuestro mismo Fundador lo relata, a Ella le debemos el mismo don de las vocaciones para nuestro Instituto: “De manera especial quiero decir que aún siendo seminarista siempre le pedí a Ella la gracia de poder orientar muchas vocaciones. Por eso, las vocaciones, el que podamos tener tantas vocaciones, es una gracia que le atribuyo a la Virgen de Luján”[26].
Es una bendición muy grande haber podido realizar el IV Congreso Lujanense que nos renueva en el fervor, amor y hace crecer en la devoción a nuestra Patrona y Madre del Instituto.
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Encuentro en Lu Monferrato
“Tuyo, oh Señor, es la grandeza, la fuerza, la magnificencia el esplendor y la majestad, pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, oh Señor, es el reino, tú te levantas por encima de todo”[27].
Como hemos dicho más arriba la vocación es un don de Dios que se obtiene principalmente a través de la oración, por indicación del mismo Cristo que dijo rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies[28].
Por eso una mención especial merece la conmemoración de los 10 años del Proyecto de las 40 horas, de las mamás que rezan por el aumento, perseverancia y santidad de las vocaciones. Debemos dar gracias a Dios por este proyecto, del cual nosotras somos las primeras beneficiadas, queremos también agradecer a todas las mamás que a ejemplo de la Virgen que nunca se apartaba de Cristo, su Hijo, así también ellas con sus oraciones nunca se apartan de los consagrados, implorando al Cielo todas las gracias necesarias para nuestra perseverancia y santificación.
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La gracia de la ordenación episcopal del primer obispo de nuestra Familia Religiosa.
“¡Grandes cosas hizo con nosotros el Señor, y por eso estamos alegres!”[29].
Justamente el día de la Inmaculada Virgen de Luján, el 08 de mayo tuvimos la noticia del nombramiento del primer obispo del IVE, Mons. Teodor Matsapula, quien fue ordenado como obispo de la Eparquía de Mukachevo de rito bizantino en Ucrania, Siendo este un gran don para la Iglesia y para nuestra Familia Religiosa.
Esta ordenación fue fuente de muchas otras gracias, como fue que muchos miembros de la Familia Religiosa pudimos viajar a la ceremonia en Ucrania. Pudimos conocer la realidad de nuestros misioneros en ese país, en este momento de tanto sufrimiento por la guerra. Aun en las circunstancias que les toca vivir, en medio del conflicto bélico, nos edificaron con la caridad con que nos atendieron y con las hermosos trabajos que hacen en los distintos apostolados y obras de misericordia.
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Una Servidora más ha perseverado hasta el final.
“Su fidelidad perdura por siempre”[30].
Como sabemos la perseverancia es la gracia de las gracias. Agradecemos a Dios por este don para esta hermana nuestra que alcanzó la meta santificándose en nuestro carisma y dejándonos edificantes ejemplos de su vida religiosa, la Hna. María del Silencio nacida en Matará (Argentina).
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El aniversario de los 25 sagrarios fundados en respuesta a un voto.
“Que den gracias al Señor por su amor y sus maravillas en favor de los hijos de los hombres”[31].
En el año 2009, P. Buela, siendo Superior General, realizó un voto de dar a Dios 25 nuevos sagrarios por cada instituto (IVE y Servidoras) en total 50, en agradecimiento por los 25 años de fundación de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado.
En este año se ha celebrado el 15 aniversario de la fundación de algunas de esas comunidades:
- Comunidad “Nossa Senhora de Mato Grosso”, dedicada al apostolado parroquial, Mato Grosso, Brasil.
- Comunidad “Nuestra Señora de Jabarosk”, dedicada al apostolado parroquial, Jabarosk, Rusia.
- Noviciado “Santa Agatha Lin Zhao”, Lipa, Filipinas.
- Comunidad “Sagrado Corazón de Jesús”, dedicada al apostolado parroquial, escolar y en un dispensario, Ushetu, Tanzania.
- Comunidad “Sierva de Dios Eusebia Palomino”, dedicada a la asistencia del hogar de misericordia para niñas y adolescentes, Vanimo, Papúa.
- Comunidad “Santa Bárbara”, dedicada al apostolado parroquial, Stikkisholmur, Islandia.
- Comunidad “Maria Ausiliatrice”, dedicada al apostolado en Jardín de infantes y parroquia, Isola d’Asti, Italia.
- Comunidad “Santa Caterine Drexel”, dedicada al apostolado parroquial, Filadelfia, USA.
- Comunidad “Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa” dedicada al apostolado parroquial y escolar, Navarra, España.
- Monasterio “De la Santa Sofia, Sabiduría Divina”, Burshtyn, Ucrania.
- Comunidad “Santa Liduina” dedicada al apostolado parroquial y en un centro de espiritualidad, La Haya, Holanda.
- Comunidad “ Caterine Drexel” (Filadelfia, USA).
- Comunidad “Santiago Apóstol”, dedicada al apostolado parroquial, Los Juries, Argentina.
- Comunidad “Nuestra Señora de las Nieves” dedicada al apostolado en un Jardín de infantes y parroquial, Formentera, España.
- Monasterio “Santa Gianna B. Molla”, San Pablo, Brasil.
- Comunidad “Nuestra Señora de las Angustias”, dedicada al apostolado parroquial, Granada, España.
- Comunidad “Monseñor León Kruk” dedicada al apostolado parroquial, Odessa, Ucrania.
- Comunidad “Santas Valentina y Tea”, dedicada al apostolado parroquial Gaza, Palestina.
- Estudiantado “Birhen ng Biglang Awa” Lipa, Filipinas.
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Damos gracias por el 30° aniversario de votos perpetuos del primer grupo de Servidoras
“Engrandece mi alma al Señor… poque ha hecho en mi favor maravillas”[32].
Este año, el pasado 08 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción se celebró el 30° aniversario de votos perpetuos del primer grupo de Servidoras que realizó los votos perpetuos en nuestro Instituto.
Bien podemos expresar cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho[33]. Fueron 45 servidoras, de las cuales una ya ha partido a celebrar las nupcias con el Cordero. Damos, una vez más, gracias a Dios por el don de la perseverancia en la vocación.
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Damos gracias a Dios por las Piezas Claves de nuestro Instituto
“Dios os ha dado la gracia… de padecer por Cristo”[34].
Damos gracias a Dios por sostener a nuestras hermanas enfermas que como dicen nuestras Constituciones son las piezas claves de la misión apostólica de la Congregación[35]. Sabemos que, por sus sufrimientos ofrecidos, unidos a la cruz de Cristo llevados con paciencia y alegría atraen muchas bendiciones sobre la Familia Religiosa y la Iglesia.
Dios no nos pide solo oración y sacrificio si no también sufrimientos. Ellas son el sostén escondido de todas las demás Servidoras.
El ejemplo, el testimonio de paz y alegría de estas hermanas nuestras son para nosotras una fuente de gracia.
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Damos gracias a Dios por nuestros misioneros
“Cerca está el Señor de los que lo invocan con verdad. El cumple el deseo de los que le temen, escucha su clamor y los libera. Guarda el Señor a cuantos le aman”[36].
De manera especial por nuestros misioneros que se encuentran en misiones emblemáticas, más aún por aquellos que con gran fortaleza y valentía viven situaciones de guerra, como son los que se encuentran en Ucrania, Rusia, Gaza, Israel y Siria.
Es muy notable la fortaleza y alegría que sólo Dios puede darles y que los lleva a seguir ofreciéndose a permanecer en esas misiones, siendo un gran sostén para las personas que sufren en esos lugares.
Sabemos que las misiones emblemáticas en lugares de avanzada muchas veces son los que sostienen nuestro Instituto.
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Damos gracias a Dios por las hermanas que han concluido sus estudios filosóficos y teológicos.
“Te doy gracias y te alabo, Dios de mis antepasados, tú me has dado sabiduría y poder me has dado a conocer lo que te pedimos…”[37].
Varias hermanas han podido concluir sus estudios filosóficos y teológicos en Fossanova y en Universidades Pontificias, siendo destinadas principalmente para la colaboración en las Casas de Formación del Instituto en distintas partes del mundo.
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Damos gracias a Dios por los cursos de griego.
“Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia, no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca”[38].
Es una gracia de Dios que varias hermanas, provenientes de distintas partes del mundo, han podido realizar los cursos de griego en Grecia para favorecer la formación humanista.
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Damos gracias a Dios por los apostolados escondidos.
“Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar”[39].
Damos gracias por los trabajos “escondidos”, a veces áridos y sacrificados, que realizan algunas hermanas sirviendo a la Iglesia en Secretaría de Estado, Biblioteca Vaticana, Propaganda Fidei y Cáritas de Turquía.
Por haber podido participar en la exposición “El libro y el espíritu” organizada por la Biblioteca Vaticana con motivo del 750° aniversario de la muerte de San Buenaventura de Bagnoregio y Santo Tomás de Aquino. Fueron expuestos cincuenta y dos volúmenes, entre ellos dos manuscritos autógrafos del Doctor Angélico, preparación en la que colaboró la Hna. Maria Panagia Miola.
Por los apostolados Pro-Vida que se realizan en Taiwán, Japón, Estados Unidos y España.
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Damos gracias a Dios por las cruces, pruebas y dificultades de este año.
“Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza está siempre en mi boca”[40].
No tenemos que olvidarnos que realmente las cruces, pruebas y dificultades son una gracia, principalmente porque nos mantienen más pendientes de Dios y nos hacen semejantes al Verbo Encarnado. Nosotras que estamos llamadas a “participar del anonadamiento de Cristo”[41], a ser “místicas esposas de Cristo y de Cristo Crucificado”[42], a “ser especialistas en la sabiduría de la cruz, en el amor a la cruz y en la alegría de la cruz”[43], debemos sentirnos honradas y agraciadas, cuando en algo podemos participar en los sufrimientos de Cristo, Esposo de nuestras almas.
Las dificultades también nos hacen experimentar la Paternidad de Dios y su especial Providencia y protección. ¡Cuánto nos ha bendecido Dios a través de las cruces! Basta mirar hacia atrás para ver cómo Dios siempre ha trocado nuestros sufrimientos en bienes. Como bien lo expresa nuestro derecho propio: “Un modo particular de dar gloria a Dios es el confiar sin límites en su Providencia, basados en su designio de salvación… Debemos aprender a mirar todo como venido de Aquel que no se olvida ni de un pajarillo… y tiene contados hasta nuestros cabellos. Por eso enseña San Pablo que todas las cosas se disponen para el bien de los que aman a Dios (Rom 8,28). Al decir todas las cosas, no exceptúa nada. Por tanto, aquí entran todos los acontecimientos, prósperos o adversos… Todo, absolutamente todo… contribuyen, suceden, para nuestro bien espiritual… Hay que ver todo a la luz de los designios amorosos de la Providencia de Dios, que sólo el hombre espiritual descubre… Debemos creer con firmeza inquebrantable que aun los acontecimientos más adversos y opuestos a nuestra mira natural, son ordenados por Dios para nuestro bien… Pero por nuestra parte, hemos de cumplir una condición para que esto suceda así. Por eso añade de los que aman a Dios, es decir, aquellos cuya voluntad está unida y sumisa a la de Dios, que procuran ante todo los intereses y la gloria de Dios, que están dispuestos a sacrificar todo sin reservas, persuadidos de que nada es tan ventajoso como abandonarse en las manos de Dios, en todo lo que a Él le plazca ordenar… Si amamos a Dios es imposible que haya algo en el mundo que no concurra y contribuya para nuestro bien”[44].
Por todos estos innumerables dones de Dios, elevemos cantos de acción de gracias a Dios e iniciemos en esta vida lo que será la bienaventuranza eterna, “porque el regocijo sempiterno de nuestra vida futura será la alabanza de Dios; y nadie puede hacerse idóneo de la vida futura si no se hubiere ejercitado ahora en orden a ella”[45].
Bien podemos decir con el salmista ésta ha sido la obra del Señor, una maravilla a nuestros ojos[46], bendecid al Señor en todo tiempo[47]… porque ciertamente ha hecho cosas gloriosas[48].
No seamos ciegas ante tantas gracias recibidas, no caigamos en el abominable vicio de la ingratitud, sino que seamos almas atentas para percibir los dones de Dios, como dice S. Bernardo: “dichoso el que por cada don que recibe se dirige al que es la plenitud de todas las gracias. Al no ser ingratos por lo que recibimos nos hacemos más capaces de la gracia y dignos de mayores dones. Lo único que nos impide progresar en la perfección es la ingratitud. El donante tiene por perdido lo que recibe el ingrato y en lo sucedido se cuida de no dar más para no perderlo. Dichoso en consecuencia el que se vuelca en gratitud por el más pequeño beneficio sin dudar ni ocultar que es un puro don, entreguémonos con todo fervor a la acción de gracia para atraernos la gracia de nuestro Dios que es la única capaz de salvarnos, y no seamos únicamente agradecidos de palabra y con la lengua, sino como obras y en verdad”[49].
A María Santísima encomendamos este nuevo año que inicia, para que nuestra vida sea realmente un canto de alabanza a las grandezas que Dios obra en nosotros, y podamos un día, unirnos al coro celestial para cantar eternamente sus maravillas.
En Cristo y María,M. Corredentora Rodriguez
Superiora General
[1] Sal. 103, 1
[2] Cf. I Cron. 16,8.12
[3] Santa Teresa, Vida, 10, 6.
[4] Sal. 88,1
[5] Cf. San Bernardo, Sermón Domingo VI después Pentecostés, 2, 1-2.
[6] San Juan Crisóstomo; Homilías sobre San Mateo, 25, 4.
[7] Jn. 1,16
[8] Constituciones, 93.
[9] Constituciones, 20.
[10] Directorio de Espiritualidad, 246.
[11] Sal 115,12.14
[12] Constituciones, 136.
[13] Directorio de Espiritualidad, 300.
[14] 1 Cron. 16,8
[15] Cf. Directorio de Espiritualidad, 119.
[16] Heb. 13,15-16.
[17] Constituciones, 31.
[18] Cf. Directorio de Espiritualidad, 87.
[19] P. Carlos M. Buela, Ejercicios Espirituales y Nueva Evangelización. San Ignacio, Hoy, p.11.
[20] Cf. Col. 2,6-7
[21] Directorio de vocaciones, 1.
[22] Lc 1,46
[23] Constituciones, 31.
[24] Constituciones, 30.
[25] Constituciones, 17.
[26] P. Carlos M. Buela, María de Luján – Misterio de la Mujer que espera, cap. 7.
[27] I Cron. 29,11
[28] Mt. 9,38
[29] Sal. 126,3
[30] Sal. 100, 5
[31] Sal. 107,21
[32] Cf. Lc 1,46.49
[33] Sal. 116,12
[34] Flp 1,29
[35] Cf. Constituciones, 193.
[36] Sal. 145, 18-20
[37] Dn 2, 23
[38] Prov 4,5
[39] Prov 4,11
[40] Sal. 34,1
[41] Constituciones, 4.
[42] Constituciones, 206.
[43] Constituciones, 42.
[44] Cf. Directorio de Espiritualidad, 67.
[45] San Agustín, Comentario al Salmo 148,1.
[46] Sal. 118,23
[47] Sal. 33, 1
[48] Cf. Is. 12, 5-6
[49] San Bernardo, Sermón 27, contra el pésimo vicio de la ingratitud.