“Debemos desear vehementemente la cruz: ‘que muera por amor de tu amor, ya que por amor de mi amor te dignaste morir’”1.
¡Muy feliz día de la Exaltación de la Santa Cruz!
En este día que es fiesta propia y principal de nuestro Instituto, honramos y veneramos la cruz y en ella a Aquel que traspasaron por nuestros pecados, en su sacratísima pasión nos mereció la justificación. Por eso la Iglesia venera la cruz cantando: “¡O Crux ave, spes unica! ¡Salve, oh Cruz, única esperanza!”.
La Exaltación de la Santa Cruz nos invita a la acción de gracias y a la adoración pues por el madero de la Cruz nos vino la salvación; en ella ha muerto, por nosotros, el Hijo de Dios. La cruz es el signo de la victoria del amor y de la gracia, porque en ella Cristo derrotó a los poderes de este mundo, el pecado y la muerte.
La Cruz y las Servidoras
Nosotras que nos honramos de llevar la Cruz de Matará como parte de nuestro hábito, no podemos dejar pasar esta fiesta sin reflexionar en este don y profundizar en el inmenso amor de Cristo que lo llevó a dar la vida por cada una de nosotras.
Entre los motivos por lo que se nos dio el nombre de Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, nuestro fundador decía: “porque el Señor está allí crucificado y nosotros no queremos saber nada fuera de Jesucristo y Jesucristo crucificado (1 Cor 2,2), por quien el mundo está crucificado para mí como yo lo estoy para el mundo (Gal 6,14)”2. “La rama femenina de nuestra Congregación, complementa con fuerza lo que hemos querido hacer al poner a la rama masculina el nombre del Verbo Encarnado, porque la Encarnación ha sido redentora y la Redención sólo fue posible por la Encarnación. De tal modo que el Verbo se hace carne para poder ir a la cruz, y la cruz es posible porque Cristo se encarnó”3.
“Para el que se compromete a seguirle, Jesús debe tener la prioridad absoluta. Él es más importante que todo: familia, oficio, bienes. Se debe abandonar todo y de modo inmediato… Es comprometerse en un camino imprevisible, no tiene donde reclinar la cabeza (Mt 8,20) … Es negarse a sí mismo; tomar su cruz aceptar perder la vida física, descentrarse de sí mismo… Por su causa todo lo demás se relativiza, pierde importancia. Esta entrega de sí a Jesús, la fe en él, la adhesión a sus ejemplos no puede ser sino absoluta e incondicional. El seguimiento de Cristo no conoce otra ley que el amor y el amor es sin medida”4.
“Todos los miembros del Instituto deben perfeccionarse siendo en Cristo una ofrenda eterna para Dios, una víctima viva y perfecta para alabanza de su gloria… Actitud que hay que vivir permanentemente, sin disminuciones ni retractaciones, sin reservas ni condiciones, sin subterfugios ni dilaciones, sin repliegues ni lentitudes. Tanto en los empeños de lo íntimo, como en los altos empeños históricos: no es capaz de edificar imperios quien no es capaz de dar fuego a sus naves cuando desembarca”5.
Se nos llama a “aprender a completar lo que falta a la Pasión de Cristo con una reparación afectiva -por la oración y el amor-, efectiva -cumplimiento de los deberes de estado, apostolado, …-, y aflictiva -el sufrimiento santificado-, en provecho de sí mismo y de todo el Cuerpo místico”6.
Escribía Santa Teresa Benedicta de la Cruz: “El que quiere tomar parte en su vida debe como Él caminar a la muerte de cruz, crucificar como Él la propia naturaleza con una vida de mortificación y de negación de sí mismo y ofrecerse a la crucifixión en sufrimiento y muerte, tal como Dios quiera disponer o permitir. Cuanto más perfecta sea esta crucifixión activa o pasiva, tanta más íntima será la unión con el Crucificado y tanto más rica la participación en su vida divina”7.
Más adelante especificaba de qué se trata este caminar a la muerte: “La Cruz es el símbolo de todo lo difícil y pesado, y que resulta tan opuesto a la naturaleza que, cuando uno toma esta carga sobre si, tiene la sensación de caminar hacia la muerte. Y esta es la carga que ha de llevar diariamente el discípulo de Cristo… Cristo ofreció su vida para abrir a los hombres las puertas de la vida eterna. Mas para ganar esta vida eterna hay que renunciar a la terrena. Hay que morir con Cristo y con Él resucitar: morir con la muerte del sufrimiento que dura toda la vida, con la negación diaria de sí mismo y, si se da el caso, también con la muerte sangrienta del martirio por el Evangelio”8.
Por eso en nuestras constituciones repetidas veces se nos exhorta al “desprendimiento total… a despojarnos por Dios de todo lo que no es Dios”9.
“La Cruz de Cristo reclama de nosotros una respuesta generosa… ‘Jesús, que en nada había pecado, fue crucificado por ti; y tú ¿no te crucificarás por Él, que fue clavado en la cruz por amor a ti?’. Esta es la idea clamorosa: sacrificarse. Así se dirige la historia, aun silenciosa y ocultamente”10. “¿No deberíamos recordar aquí que se llaman religiosas las que se consagran totalmente al servicio de Dios ofreciéndose a Él en holocausto?”11.
El “retablo que es la Cruz de Matará… debe ser para aquellas que la llevan sobre su pecho, las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, como era la cruz para San Juan Crisóstomo: ‘Éste es mi báculo, ésta mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. […] Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inconmovible, éste es mi báculo seguro’”12.
Nuestro Derecho Propio nos indica cómo debemos hacer para profundizar en el conocimiento y amor a Cristo Crucificado: “Esta devoción se ha de concretar en el conocimiento y amor de los relatos evangélicos sobre la Pasión (Mt 26; 27; Mc 14; 15; Lc 22; 23; Jn 18; 19), en la teología de la Pasión y Redención, en la contemplación de los Lugares Santos de Jerusalén, de los crucifijos, del Via Crucis, de los hermosos textos de la Imitación de Cristo al respecto, de la Eucaristía perpetuación de la Pasión y Cruz y segundo acto del único drama de la Redención, de la cruz en nuestra vida tan bien enseñada en la Carta circular a los Amigos de la Cruz de San Luis María Grignion de Montfort, y, finalmente, en el fervor por llevar la gracia de la Redención a toda la realidad: al hombre, a todo el hombre y a todos los hombres, al matrimonio y la familia, a la cultura, a la vida político-económico-social, a la vida internacional de los pueblos con especial referencia al tema de la paz, o sea, a todos los grandes problemas contemporáneos analizados por la Constitución Pastoral ‘Gaudium et Spes’ en su segunda parte”13.
De aquí que quisiera tratar brevemente tanto la relación entre la Cruz y la Eucaristía como la relación de la Cruz con la evangelización. Dos temas que están estrechamente unidos y son esenciales para nosotras, ya que el primero de nuestros elementos no negociables es la marcada devoción eucarística y nuestro fin específico y singular es la evangelización de la cultura.
La Cruz y la Eucaristía
“El religioso debe, pues tomar como modelo al Señor sacramentado. Allí es donde ha de estudiar a Jesucristo. Porque, ¿qué es un religioso sino un hombre que se ofrece e inmola a Dios por medio de la pobreza, castidad y obediencia, a cuya observancia se obliga para siempre?”14.
Jesús al instituir el Sacramento del Altar, “no se limitó a decir Éste es mi cuerpo, Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, sino que añadió entregado por vosotros… derramada por vosotros (Lc 22,19-20). No afirmó solamente que lo que les daba de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que manifestó su valor sacrificial, haciendo presente en modo sacramental su sacrificio, que cumpliría después en la cruz algunas horas más tarde, para la salvación de todos. ‘La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor’”15.
“El señor Jesús, la noche en que fue entregado (1Co 11,23), instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre… En ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos”16. Allí Cristo se victimiza, bajo especie ajena, y nosotros, junto con Él, nos ofrecemos como víctima al Padre, al comulgarlo participamos íntimamente de su sacrificio, victimizándonos eucarísticamente. Por eso no hay nada como la Misa diaria para conocer más a Jesús y para enardecernos en su amor17. “En ella Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, perpetúa en los altares de todo el mundo su Sacrificio redentor, de manera que los efectos de su Pasión alcancen a todos los hombres de todos los tiempos… de ella ‘deriva hacia nosotros la gracia… y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin”18.
Es así que nuestra marcada devoción eucarística, no debe ser una contemplación lejana, sino que nuestra oración debe llevarnos a entregarnos junto con Cristo al Padre. De la cruz brota la Misericordia y no alcanzaremos misericordia para nosotras ni para las almas que se nos han encomendado sino nos unimos cada día, en cada Misa, y en cada una de nuestras obras a la Pasión de Cristo por medio de la Comunión.
La Cruz y la Evangelización
También debemos reflexionar sobre el hecho de que la Cruz de Matará “es signo elocuentísimo de la grandiosa tarea realizada por la Iglesia…”19 en la evangelización de nuestras tierras. “La Cruz donde están el Señor y la Virgen de Matará constituye por todo eso, un hermosísimo programa de vida que deberán esforzarse por alcanzar las que se enorgullezcan de llevar ese nombre, con la gracia de Dios, que nunca falta si uno hace lo que hay que hacer. Proyectar a las nuevas generaciones los altos ideales expresados en esta Cruz… para que resuene el Evangelio de Jesucristo en todo rincón de la tierra: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio (Mc 16,15)”20.
La Cruz de Matará nos impela a imitar el ejemplo extraordinario de tantos misioneros que supieron inculturar el Evangelio. Por eso, nosotras que llevamos tan insigne cruz sobre nuestro pecho debemos ser creativas para llevar a Cristo a todos los pueblos y a todas las culturas. Quisiera aquí dar a conocer algunas iniciativas que tienen relación con la cruz, como es el proyecto que llevan adelante las Servidoras en Europa del Norte, de iniciar un grupo de formación para ayudar a las personas que sufren a valorar tan precioso don y a hacerlo fecundo al unirlo a la Cruz de Cristo. Asimismo, la labor realizada en Taiwán, donde se ha traducido al chino mandarín la explicación de la Cruz de Matará y que se encuentra expuesta en el edificio de la Curia de la Arquidiócesis de Taipéi (ver fotos adjuntas).
Recuerdo también la capilla dedicada a la Santa Cruz en la cresta del Gorgán, en el corazón de los Cárpatos, en la zona de Mykulychyn, Ucrania, a pocos metros del Monumento de la “Colina de los Mártires”. La misma fue donación de un bienhechor del Instituto, el Señor Vasyl Yaremchuk, quien quiso construirla en las tierras heredadas de su Madre. El día en que se comenzaba con los fundamentos se encontraban en el lugar la Madre Lágrimas junto con la hermana Duja Sviatoho, y fue entonces que la Madre Lágrimas puso su propia cruz de Matará en el cimiento de la capilla. La consagración fue el día de la Exaltación de la Santa Cruz, el 27 de septiembre del año 2010; participaron dos obispos, Mons. Mykola Simkaylo, de Kolomyia, eparquía a la que pertenece Mykulychyn; y Mons. Volodymyr Viytyshyn, de Ivano-Frankivsk. Este último colocó en la pared central una Cruz de Matará que permanece hasta el día de hoy (ver fotos abajo).
En todo nuestro derecho propio se nos insta a “vivir intensamente las virtudes del anonadarse”21. Lo cual “significa para nosotros, que en el seguimiento y la imitación de Cristo en la práctica de los consejos evangélicos, debemos esforzarnos en vivir con plenitud el radicalismo del anonadamiento de Cristo y de su condición de siervo, y de este modo ‘transfigurar’ el mundo. Pues el centro de nuestra vida debe ser Jesucristo”22. Si no vivimos de este modo la evangelización todas nuestras obras serán vanas e infecundas pues el único capaz de dar fruto es Cristo.
Conclusión
Así “el espíritu de sacrificio debe ser la contraseña del programa de nuestra santificación personal durante toda la vida. Las grandes santidades se hicieron de pequeñas fidelidades; pero para poder ser fieles, siempre fieles, es necesario hacerse habitual y familiar la mortificación, porque si Cristo es generoso también es exigente. Hay quien piensa que con haber ido a las misiones, es ya un sacrificio tan grande, que basta por todo. Error fatal que ha hecho fracasar muchas vocaciones. La cruz se debe llevar todos los días, tome su cruz cada día (Lc 9, 28)”23. Lo propio nuestro es “ni Jesús sin la Cruz, ni la Cruz sin Jesús”24.
Por eso en este día, en que con gran gozo celebramos la Exaltación de la Cruz, las invito a saber corresponder a ese amor con la única medida posible, es decir, con la radicalidad.
Hacemos nuestras las suplicas que dirigiera en un día como hoy, nuestro fundador: “de manera especial en este día pedimos por las Servidoras que con santo orgullo llevan la Cruz de Matará que es su Santo Patrono, el Cristo Crucificado de la Cruz de Matará. Para que siempre sepan abrazarse, amar y no bajarse nunca de la Cruz. Porque como decía San Pablo, y lo vemos hoy día tanto, desgraciadamente: Porque son muchos los que andan, de quienes frecuentemente os dije, y ahora con lágrimas os lo digo, que son enemigos de la cruz de Cristo (Flp 3,18)”25.
Sin olvidar que el amor y la ciencia de la Cruz es una gracia que debemos pedir insistentemente a Jesús, convencidos que es la mayor de las gracias para alcanzar la perfección de nuestra vocación. “Debemos desear vehementemente la cruz: ‘que muera por amor de tu amor, ya que por amor de mi amor te dignaste morir’. Es una gracia que hay que pedir en la oración: ‘Dios os ha dado la gracia… de padecer por Cristo’ (Flp 1,29). De manera especial hay que pedir la gracia de la ciencia de la cruz y de la alegría de la cruz, que sólo se alcanzan en la escuela de Jesucristo”26.
¡Muy feliz día para todas!
M. María Corredentora
Superiora General
La Cruz de Matará con la explicación traducida al chino mandarín, expuesta en el edificio de la Curia de la Arquidiócesis de Taipéi – Taiwán.
Capilla dedicada a la Santa Cruz, en los alrededores de la “Colina de los Mártires”.
Día de la consagración de la capilla.
Cruz de Matará en la pared central de la capilla.
1 Directorio de Espiritualidad, 136.
2 P. CARLOS BUELA, Servidoras I, Pág. 29 y 30.
3 P. CARLOS BUELA, Servidoras I, Pág. 34.
4 P. CARLOS BUELA, Ars Participandi, IV,3,6. Pág. 107 y 108.
5 Directorio de Espiritualidad, 73.
6 Directorio de Espiritualidad, 169.
7 STA. TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ (EDITH STEIN), Ciencia de la Cruz, I,6.
8 STA. TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ (EDITH STEIN), Ciencia de la Cruz, I, 2.
9 Constituciones, 68.
10 Directorio de Espiritualidad, 146.
11 Directorio de Espiritualidad, 161.
12 P. CARLOS BUELA, Servidoras I, pág. 161.
13 Directorio de Espiritualidad, 137.
14 S. PEDRO JULIÁN EYMARD, Obras Eucarísticas, II Parte, 5ª Serie, Ejercicios Espirituales dados a los religiosos de la Congregación de Hermanaos de San Vicente de Paul.
15 P. CARLOS BUELA, Ars Participandi, IV,3,6. Pág. 159.
16 P. CARLOS BUELA, Ars Participandi, IV,3,6. Pág. 158.
17 Cfr. P. CARLOS BUELA, Servidoras II, pág. 299.
18 Constituciones, 137.
19 P. CARLOS BUELA, Servidoras I, pág. 33.
20 P. CARLOS BUELA, Servidoras I, pág. 35.
21 Constituciones, 11.
22 Directorio de Vida Consagrada, 225.
23 BTO. PAOLO MANNA, Virtudes Apostólicas, Carta Circular n. 19.
24 Directorio de Espiritualidad, 144.
25 Servidoras III, I Parte, Cap. 2,1.
26 Directorio de Espiritualidad, 136.