Los consagrados y las consagradas están llamados a ser signo concreto y profético de esta cercanía de Dios, de este compartir la condición de fragilidad, de pecado y de heridas del hombre de nuestro tiempo. Todas las formas de vida consagrada, cada una según sus características, están llamadas a estar en permanente estado de misión, compartiendo «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren» (Gaudium et spes, 1).
Homilía del Santo Padre Francisco, Fiesta de la Presentación del Señor – XX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, Basílica San Pedro, martes 2 de febrero de 2016
Damos gracias a Dios por este Año dedicado a la Vida Consagrada y le pedimos para todos los consagrados la fidelidad a los votos profesados y al carisma fundacional.