Querida Familia Religiosa,
Les enviamos algunas “florecillas” más de la Escuela “Beato Marcel Callo” en Francia, ¡esperamos las disfruten!
Esfuerzos para Navidad:
En preparación para el tiempo de Adviento, los niños de la Escuela trabajaron cada semana buscando de hacer diferentes esfuerzos que iban anotando en un papelito y depositando en un jarrón puesto en la Iglesia. Luego, según la cantidad de esfuerzos, podían ir pintando un ladrillo o parte de la paja del dibujo de un pesebre que les dio el Padre, a fin de que lo terminasen para Navidad. Los temas a trabajar variaban cada semana, por ejemplo el “no decir malas palabras”; “no pelearse”; “no burlarse del prójimo” y el de la última semana: “la humildad, dejando primero el lugar a los otros”. Como siempre, los niños sorprenden con sus salidas y su conciencia del esfuerzo a trabajar aún en medio de los juegos, en el momento en que menos nos esperamos que lo recuerden y también sorprenden con sus enseñanzas. Uno de ellos por ejemplo, si bien había hecho varios esfuerzos, no quería pintar el dibujo de su pesebre porque “su papá le había dicho que él no debía contarlo sino que debía guardarlo en su corazón”. Así es que en medio de semejante dilema logramos “llegar a un arreglo” para que pudiera seguir el consejo de su papá, haciendo que lo pintara y guardando inmediatamente el dibujo de modo que nadie más lo viese. Otros por ejemplo como aún no saben escribir bien, nos suelen pedir que les hagamos “de secretarias” para anotar su acto bueno en el papel. Entonces fue muy edificante escuchar la fuerza de voluntad que ponen en sus propósitos como “quería pegarle a fulanito y no lo hice”, “no hice caso a la mala idea de menganito”, “tal se cayó y la ayudé a levantarse”, “ayudé en casa a mi mamá”.
Hasta en el almuerzo en que siempre suele haber alguien descontento porque le quitaron el lugar o le sirvieron último, hubo quien en pleno llanto al recordarle el propósito se sentaba sin decir nada más ni seguir peleando por su silla.
La pureza:
Un mes tocaba trabajar en la virtud de la pureza y por eso esa semana tocaba esforzarse en concreto en “no decir malas palabras y en no tener malas conversaciones”. Es admirable comprobar cómo la gracia de Dios va obrando en ellos y cómo todas estas prácticas les forman de a poquito la conciencia. Así esa semana, mientras estábamos en clases de francés analizando un adjetivo calificativo, uno de los “terribles” dijo de pronto: “yo ayer no dije ninguna mala palabra en todo el día… pero a la noche sí…”. Lo curioso es que nadie le había dicho nada pues estábamos en plena hora de francés ¡no de religión!
El mismo niño siempre se junta con otro que, a diferencia suya, proviene de una familia bien cristiana y por ello tiene mucho mejor formada la conciencia en cuanto a lo que está bien o mal y aunque a veces no resiste a las ideas del primero, sin embargo se ha ido convirtiendo en la “voz de su conciencia”. Un día les tocó a ambos ser monaguillos, lo cual suele ser peligroso porque ya en otras ocasiones se la pasaban riendo o molestándose mutuamente al costado del altar. En esa ocasión para sorpresa nuestra, se portaron muy bien, casi que como nunca. Por la tarde cuando regresamos a la Iglesia para hacer la oración final antes de irse y repasar cómo les fue en el cumplimiento del propósito durante el día, el terrible “reveló el misterio de por qué se habían portado tan bien por la mañana” y era porque “se habían hecho juntos el propósito de portarse bien en la Santa Misa” y efectivamente, bastó la buena disposición para que Dios los ayudara a cumplirlo.
Otra cosa graciosa que tienen muy típica de niños, es ser “delatores” de la falta de cumplimiento del esfuerzo ajeno. Así es que apenas alguno decía una mala palabra ya había varios policías que venían a avisar.
¡Yo sí!:
En relación con el esfuerzo semanal, pusimos bien a la vista en el patio un gran cuadro de Jesús de la Divina Misericordia, para que los niños pudiesen ir a decirle sus oraciones cortas, etc. Resulta que esa semana, sobre todo los varones, se destacaron por portarse bastante mal, por lo cual estando al final del día en la Iglesia haciendo la oración con todos, nos pusimos a decirles que no parecían haber estado muy disciplinados y que no habíamos visto a nadie ir a ver el cuadro de Jesús y ahí saltó con toda su inocencia un nene diciendo: “¡Yo sí fui!”. Después una de las hermanas contaba que en pleno recreo le había llamado la atención verlo pararse de golpe ante el cuadro de Jesús y quedarse en silencio allí un ratito.
…Y el sol bailó…:
Para la clausura de los juegos florales en que cada equipo debía hacer la descripción de su estandarte – con sus más y sus menos datos fidedignos de la historia – una de las nenas de 6 años explicó a los papás presentes el milagro del sol danzante en cuyo centro los pastorcitos de Fátima vieron “la foto de la Virgen”.
Las tres enseñanzas del niño que no conocía a Jesús:
A mitad del año lectivo recibimos a en el Jardín de Infantes a un niño de cuatro años, que no estaba bautizado y cuyos padres no son católicos, el cual a tres semanas de estadía comenzó a acumular en “su haber” un ramito de anécdotas.
Fue el papá quien presentó al niño planteando su “situación religiosa” y preguntando si de todos modos podíamos aceptarlo. Le explicamos que podíamos aceptarlo con gusto, pero que ellos como papás debían en realidad plantearse si estarían dispuestos a aceptar que su hijo reciba una instrucción religiosa que no sería optativa, que eso podría luego hacer que él les haga preguntas en la casa y que haga una elección pidiendo por qué no más adelante, el bautismo. Los papás aceptaron todas las condiciones y finalmente lo inscribieron.
Es así que el niño en esas semanas fue aprendiendo las oraciones y a hacerse la Señal de la Cruz, según lo que sus compañeritos le iban enseñando. El primer viernes en que iba a participar de la Santa Misa, como hacen todos cada semana, el papá llegó todo asustado advirtiendo que su hijo nunca había entrado a la Iglesia ni participado de una Santa Misa y que tal vez se asustaría y temía que se portase mal, y con esos temores nos lo dejó.
Comenzó la Santa Misa y el nene se portó muy bien. Sólo al momento de la comunión – en que incluso los niños que no han hecho su primera comunión pasan también en fila cruzando sus bracitos sobre el pecho para recibir del sacerdote la bendición (es muy tradicional esto en Francia) -como no entendía qué pasaba no quiso ponerse en la fila.
Al terminar la Santa Misa, como siempre, todos pasaron a besar una gran estatua que hay de la Santísima Virgen y otra del Sagrado Corazón. Entonces viéndolo dudar, le fuimos a preguntar si quería él también pasar y agarrándonos de la mano imitó a los demás. Besó la imagen de la Santísima Virgen y al dirigirnos hacia la imagen del Sagrado Corazón, como había que pasar delante del Sagrario, ya nos preparábamos a darle “la instrucción acerca de qué es esa casita” cuando para nuestra sorpresa él sólo nos dice: “ahí está Jesús” con una seguridad como si hubiese venido a la Iglesia desde siempre. Le preguntamos de dónde había sacado eso y contó que una de las hermanas se lo había explicado apenas entró a la Iglesia.
Lo rescatable de esta anécdota es sobre todo la certeza con que lo dijo. No dudaba de que sea así y se trataba de una enseñanza que acababa de aprender hacía un rato ¡Qué digna de imitar es la pureza de la fe de los niños, que creen inmediatamente, sin objeciones ni enredos como suele a veces hacer el corazón del hombre! Esa fue la primera lección que nos dio.
La segunda fue una vez en que llegó a buscarlo su papá y a la salida de la Escuela el señor nos dijo para nuestra sorpresa, que el domingo habían ido todos “a visitar una iglesia” de una ciudad vecina en la que había hermosos cuadros, entre los cuales uno en donde estaban Nuestro Señor y San Juan Bautista siendo niños. Y el papá admirado nos decía que su hijo le había explicado y enseñado a su mamá quiénes eran esos personajes del cuadro y le impresionaba “que tenía muy claro quién es Jesús y el orden de su historia: primero fue niño en un pesebre, luego lo bautizó Juan y luego viene la Cruz”… El papá no dejaba de agradecer porque a pocas semanas notaban un cambio grande en la actitud del niño y según nos decía: “porque aprende cosas que ni mis alumnos mismos saben” (el señor es profesor en un Colegio secundario).
Finalmente la tercera enseñanza fue luego de la clase de religión durante la cual les hablamos de la Santísima Virgen. Por ello al finalizar, cada niño hizo un dibujo que enrollaron como un pergamino y ataron con un moño para luego ir todos a la Iglesia a depositar semejante tesoro a los pies de la Virgen. Al terminar la hora, vinieron a buscarlo esta vez tanto el papá como la mamá, el nene los recibió contándoles la novedad de que había hecho un regalo a la Virgen que está en la Iglesia. Así que cuál no fue la sorpresa de una de las hermanas que más tarde, dirigiéndose a la Iglesia, ve salir de allí al niño y a sus papás a quienes llevó a ver el regalo que había hecho.
Estos hechos tan simples no han dejado de asombrarnos una vez más, al constatar cómo Dios se sirve efectivamente de los niños para llegar a las almas de esos papás, que de otra manera nunca hubiesen entrado a una iglesia ¡Y resulta que ahora entran a mirar a la Santísima Virgen porque el niño le ha hecho un dibujo! Qué misterio el de los designios de Dios, que elige a familias alejadas de Sí y las atrae de manera impensable.
Inventando oraciones:
Para las competencias de religión de otro año elegimos como tema general el de la Cuaresma y Semana Santa. Uno de los días se les repartió una hoja en donde estaba pegada una estampa sobre la Pasión del Señor, en base a la cual debían inventar cada uno una oración. Los de primer grado que aún no saben escribir les “dictaban” a las niñas más grades sus oraciones. Esto nos sirvió para descubrir el “lado místico” de algunos de ellos. Van algunas entre las cuales también, las “oraciones ganadoras”:
Un niño de 6 años: “Jesús, perdón por todos mis pecados que hunden todavía más tus clavos sobre la Cruz. Yo quiero seguirte. Amén.”
Un niño de 7 años: “Oh María, ayúdame a ir a Jesús. Jesús gracias por haber sufrido por mí. Yo quiero ofrecerte todos mis sufrimientos. Amén”.
Un niño de 7 años: “Dios mío Tú que has sufrido, Dios mío yo te amo y quisiera tanto consolarte. Oh mi Dios tu que me has creado, yo te doy gracias. Amén.”
Una niña de 9 años: “Oh Jesús gracias por todo. Tú has sufrido tanto por nosotros. Señor yo quisiera llevar vuestra corona de espinas en tu lugar. Muchas gracias por tu amor. Amén”
Una niña de 8 años: “Oh Jesús, yo puedo ayudarte a llevar la Cruz haciendo sacrificios. Ayúdame a hacer sacrificios por favor. Gracias mi Dios. Yo te amo con todo mi corazón. Amén”.
Una niña de 9 años: “Oh mi Jesús, te agradezco de haberte dado a mí. Yo te alabo, te adoro y te pido. Yo espero en Ti, yo creo en Ti desde mi nacimiento. Tengo mucha necesidad de vuestra Santa Gracia para alcanzarte en el Paraíso. Amén”.
Pelearse con la cruz:
Para confirmar que la nuestra, es una Escuela “bien católica”, tenemos una anécdota un poco curiosa. Una vez habíamos dejado apoyadas en el patio las cruces utilizadas en el Vía Crucis viviente de Semana Santa. En uno de los recreos a uno de los niños se le ocurrió agarrar una para hacer de Jesús y llevarla a cuestas unos metros y sin querer al hacer un mal movimiento, le pegó con la punta en la frente a otro niño que estaba cerca. Resultado, un súper chichón y los comentarios en broma con la mamá del niño de que debe ser una de las pocas escuelas en la cual los niños no traen objetos punzantes… sino que se pegan con la cruz…
Detectando sacrificios:
Estaban los niños del Jardín de Infantes junto a una hermana jugando en el patio a esconder por turnos un oso y luego el resto debía salir a buscarlo. En una de esas en que lo encontró la hermana le pasó el osito a otro de los niños para que lo escondiese él. Uno de ellos de 5 años que presenció el hecho vino a preguntar a la hermana: “¿pero, no lo habías encontrado vos?” y ante la explicación de que así era, pero que se lo había dado al otro nene porque hasta ahora no le había tocado nunca esconderlo, éste respondió: “¡Ah! ¿Se lo diste para hacer un pequeño sacrificio?”
El Teólogo:
En la clase de religión de maternal en la que hay niños de tres niveles (3, 4 y 5 años), en un momento en que salió el tema de la Santísima Trinidad, uno de los niños de 4 años que no está bautizado dijo que cómo era eso, que entonces había varios dioses… a lo que no hizo falta explicaciones de parte de la “profesora” porque inmediatamente salió con sus argumentos apologéticos otro de 5 años diciendo: «¡No! ¡Hay un sólo Dios! Porque Jesús dijo: “Yo y el Padre somos uno”, ¿no es cierto hermana?». Con lo cual quedó cerrada toda discusión… (y la hermana se puso a tomar nota de la clase dada…).
El ladrón:
Como el patio de la Escuela rodea la Iglesia parroquial, es fácil desde allí observar quién entra o sale de la Iglesia. Una tarde una de las hermanas que cuidaba a los niños, notó que entraba en la iglesia un hombre “sospechoso” al que, al ir a verificar, efectivamente encontró revisando “sospechosamente” la alcancía de las monedas de las velas. Los niños que estaban con ella, se dieron cuenta inmediatamente del movimiento y que se trataba de “un ladrón”, por lo que bastaron pocos segundos para que en toda la pequeña Escuela se corriera la noticia “de que había un ladrón”. El cual desapareció rápidamente apenas vio a la hermana, mientras que lo que no desapareció rápidamente fue la impresión que quedó grabada en los niños varios días.
La primera reacción, una hora más tarde en que hacían fila para ir a hacer deporte, fue de uno de los niños más terribles (que por otra parte acaba hace poco recibió el Sacramento de la Comunión), quien entre los comentarios “superfluos” de los demás, salió diciendo: “¡entonces ese hombre no puede comulgar!”
Al día siguiente en que el tema seguía protagonizando las conversaciones de todos, el mismo niño decía reflexionando en voz alta mientras hacían la fila: “Pero nosotros podemos rezar por ese hombre para que se convierta, ¿no?”. Con lo cual quedaron aliviadas sus maestras de religión de que en el fondo… la enseñanza queda.
Seguidilla de florecillas protagonizadas por un niño alemán de 7 años que no está bautizado:
El médico bueno:
Este niño que no tiene el bautismo, escuchó en los buenos días la historia sobre los santos hermanos médicos Cosme y Damián, quienes hacían el bien con un don especial dado por Dios para curar y que no cobraban a la gente. Así, en los recreos se la pasó curando a todos con hojitas de las plantas y ante la pregunta de: “¿cuánto es?”, respondía casi ofendido: “¡No, yo no cobro nada!”
El misterio de los rayos del Corazón de Jesús:
En otra ocasión estando en la hora de clases, vino a mostrar una estampa de Jesús de la Divina Misericordia que había encontrado en el aula, intrigado por los rayos de color azul y rojo que le salen del pecho. Se le explicó que significa la sangre y el agua que salieron del costado del Señor cuando estaba en a Cruz y las gracias que quiere darnos. Al ratito, en que la maestra les había dejado los últimos minutos de la hora para que dibujen, apareció con un dibujo de Jesús en la Cruz y dos rayos azul y rojo que le salían del pecho, mientras un soldado subido a una escalera le clavaba una lanza. ¡Impresionante lo rápido que asimilan los niños, los misterios de Dios!
El mismo día vino a mostrar un señalador que había traído de la Biblioteca Municipal a donde habían ido hacía poco, en que se veía una Custodia que se conserva en un museo de la zona. Se le explicó que se usa para poner a Jesús que está “escondido” en la Hostia Consagrada. Al día siguiente, el viernes, inmediatamente después de la Santa Misa de la que participan todos, se quedó sorprendido al ver que una de la hermanas colocaba sobe el altar ¡una Custodia como la que había visto en su señalador!
El enamorado de Jesús:
En preparación a la Solemnidad de todos los Santos (en la que hemos dejado como tradición la realización de un pequeño acto en el que todos se disfrazan de santos y luego cuentan la historia), ante la pregunta sobre a quién había elegido para disfrazarse dijo que quería vestirse de Jesús.
Justo esa semana estuvimos repartiendo distintas estampas que luego pegamos sobre sus bancos en el aula. Entre todas las que había, eligió una gran estampa con una de esas imágenes españolas representando un Cristo muy dolorido cargando con la Cruz. Más tarde, luego de unos buenos días en que habíamos mostrado una gran imagen también de Cristo llevando la Cruz, al finalizar, vino a pedir si podía quedarse con la imagen todo el día. Pero la imagen era bastante grande… Así es que se pasó todo el día tanto en la clase como en los recreos llevando para arriba y para abajo el poster enrollado con la imagen de su “Santo preferido”.
¿Qué hizo Jesús cuándo salió de Nazareth?
En uno de los recreos vino a decir aparte, que no había dicho malas palabras en toda la semana. Luego en la clase de Religión estábamos hablando de la infancia de Jesús y de cómo deja Nazareth para comenzar su vida pública. Recapitulando luego para ver si habían entendido, al llegar su turno y hacerle la pregunta acerca de qué es lo que hizo Jesús al salir de Nazareth, respondió que: “se fue a aprender el catecismo”. (Parece que nos faltó precisarle mejor algunos detalles a este aspirante a catecúmeno).
Encomendamos a vuestras oraciones esta obra ¡y que Dios los bendiga!
Hermanas de la Comunidad “Santa María Magdalena”, misioneras al sur de Francia.