“Maria se levantó y partió sin demora” (Lc 1,39). Siguiendo los pasos de la Virgen y el llamado del Papa, volvimos a casa con la intención de levantarnos y salir a evangelizar. Acabamos cansados, pero agradecidos al ver que no caminamos solos: Cristo, María y un 1.5 millones de jóvenes más nos acompañan.