María Fix nació el 28 de mayo de 1912 en Elsass, pueblo cercano a Odessa, hoy parte del territorio Ucraniano pero que en esa época formaba parte del imperio ruso. En medio de una familia cristiana junto a sus dos hermanos y cuatro hermanas, creció ayudando a sus padres en el trabajo del campo y en los quehaceres domésticos.
Allí María recibió los sacramentos y creció en su vida de piedad, demostrando especial devoción a la Santísima Eucaristía. Siempre recordaba con particular emoción el día de su Primera Comunión (9 de mayo de 1921). Será esta devoción a la Eucaristía que marcará toda su vida.
En 1930, con el avanzar de la revolución comunista y el agravarse de la persecución religiosa, su familia fue deportada a territorio ruso. En 1937 regresó a Elsass para visitar a su anciana abuela y allí fue detenida a trabajos forzados en Siberia. Recordaba: “Esos nueve años no fueron vida humana sino un infierno sobre la tierra. Peligro de muerte, peleas, golpes, robos, blasfemias, etc. Uno debía contemplar y callar […]. Sin embargo sentí siempre la misericordia de Dios de modo de pedir perdón por mis pecados puesto que Jesús también por mí murió en la Cruz” .
En 1946, luego de ser liberada, se reunió con su familia, la cual se había establecido en un pueblito ruso, Buguruslán.
Gracias a su celo apostólico deseaba llevar las almas a Dios, a ese Dios a quien había consagrado su vida en medio de las persecuciones. Años más tarde, cuando nosotras conocimos a María y tuvimos oportunidad de escuchar de sus propios labios la historia de su vocación, una de nuestras hermanas le preguntó: “María, usted en esos años de cárcel, ¿no pensaba en el convento?, ¿No sentía nostalgia por no haber podido ser religiosa?” María respondió inmediatamente: “No. Mi convento fue el bosque”, haciendo referencia a los trabajos forzados del campo de concentración.
Una vez en Buguruslán, durante casi 60 años organizó y llevó adelante la comunidad católica clandestina, reuniendo a los católicos para rezar y dar catecismo a las familias.
En 1993 conoció a los padres del IVE en Buguruslán, que llegaron a misionar estas tierras. El párroco de entonces era el actual obispo de Kazán, Mons. Clemens Pickel. En 1996 llegaron a la cuidad las primeras hermanas Servidoras y de este modo ella pudo concretar su vocación religiosa, consagrando su vida totalmente a Dios delante de la Iglesia, el día 1 de noviembre del 1998. Habiendo cumplido santamente su misión de ser “sal de la tierra y luz del mundo”. el 26 de septiembre del 2005, rodeada de su familia, se apagó lentamente y así entró a la Casa del Padre.